1979. Cafetería Sundae, carretera interestatal del Condado de Clarck, Nevada.

 

El viejo Joe oculta su cara demacrada detrás del periódico y una gorra roja descolorida. Tras acabar con el último pankake decide despedirse de Linda, la camarera. Antes de salir de Sundae, atrae su atención una máquina recreativa. El viejo Joe maldijo al advertir que hacía un ruido más molesto de lo habitual. Miró por la pecera electrónica y sintió una extraña sensación.

 

Cuando se sentó al volante de su Ford estaba bañado de sudor. Maldiciendo se secó la frente con un trapo y esperó a que el motor entrara en funcionamiento. La radio se encendió y empezó a reproducir una famosa canción de los setenta pero por alguna razón aquellos instrumentos tenían extraños timbres que se mezclaban con las toses de la máquina. El viejo Joe iba perdiendo la paciencia por momentos. Levantó la vista sobre el salpicadero y descubrió un grupo de hombres con trajes amarillos. Uno de ellos sacó al viejo y perplejo Joe del coche y le introdujo por un larguísimo pasillo de plástico. 

 

Allí había pasado algo gordo. Nazis o alienígenas, se dijo el viejo Joe para sí.