Si una música contiene vibráfono, suena un poco a ascensor.
A la vista de la sentencia, imagino un ejército de vibrafonistas indignados argumentando que eso es como pensar reducidamente que si una música contiene guitarra eléctrica ya no puede ser otra cosa que rock. O que si tiene autotune es reguetón.

Si Satie pensó en hacer música para las ocasiones en las que la música no tiene nada que hacer, no veo por qué no dignificar mediante su frivolización la gran música de ascensor. Bien deben guardarse los vibrafonistas de aspirar a convertirse en músicos para entretener a la corte o la aristocracia, incluso no deberían aspirar a ser músicos trascendentales que busquen honrar al Todo poderoso con cada uno de sus venerables golpes de mazo.

No y no, los vibrafonistas han de consagrarse a la música de ascensores y hallar toda su dicha en la tarea de hacer la espera en el elevador algo más amable. La posteridad no merece la pena